No voy a atribuirte
la luz de un ocaso,
es demasiado cruel
nombrarte contorno de todas mis almas
color sobre la grava
nunca.
Es la sombra
se mece en tu cuerpo,
penumbra
lo que me ata a tus manos
astilladas por nadar entre flores
más felices.
Es porque estás tan muerto como yo
sangrando
agravado en tus miserias
las más ocultas que
al mirarnos
las hacemos de los dos
como un rito
justo en ternura
tan profunda que no se ve
que conocemos
que la lloramos en una luna
sin derramar
ni una lágrima.
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