miércoles, 29 de febrero de 2012

Licántropo

Tu lomo está combado
por el peso de la culpa
la justicia turbia,
sofocando tus pupilas,
cegándolas
apagando el nervio sensible del rostro.

Todo se deforma
crece en un páramo sucio
metamórfico y destructivo
donde tus manos son las armas,
la rabia el motor
que ruge
(ya no hay quietud)

Te quebras en el caos
machacándote las facciones con la sangre pútrida
(brotando sin cesar, para siempre).
Las cicatrices dirán nunca más
ya no hay inocencia en tus ojos...
es demasiado tarde

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