lunes, 5 de marzo de 2012

En el silencio quedaste

En el silencio quedaste.

Palabras impuras
malditas de dureza en la que te encierro,
sino me cortás
sino me ardés.
Bajando tu líquido se nublaba
ácido que late
chorreándose sin importar mi cuerpo
ni lo que queda de mi lumbre.

Baile y te ibas más allá
abrazo de piernas furtivo
sin atajos ni tiempo para el cuello
ni para besos en los ojos.

Dolor mio en tu sábana fría
(tengo la espalda tatuada de tus manos)
todo caía
con tus gritos de luna penetrantes
dispuestos a llenarte de un placer insistente
que no es más que una ausencia,
cigarrillo a medio fumar (humea en mi).

Me reducías en llano,
movimientos sucesivos
el croar de la cama
a lo triste de ser la sombra de un músculo cenizo
que me imploraba más
y yo estaba muerta de flores
yo siempre estaba muerta.

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